Territorios rurales de toda Europa se han beneficiado de innumerables proyectos e iniciativas innovadoras y disruptivas gracias a la cooperación LEADER desde sus comienzos. La cooperación, elemento fundamental de la metodología, ha permitido el aprendizaje mutuo, la colaboración y la búsqueda de soluciones conjuntas a través de territorios y poblaciones -a priori- sin vínculos aparentes, más allá de su condición de áreas rurales.
La cooperación impulsa el intercambio de saberes, el diálogo, la mirada divergente a soluciones tradicionales. No importa que se dé entre entidades del mismo territorio, región o país, o que ocurra a nivel interterritorial, trasnacional o internacional con terceros países: si una iniciativa es exitosa para un área rural, ¿por qué no iba a serlo en otra? La cooperación ha logrado encontrar puntos en común entre territorios, en principio, heterogéneos, pero unidos a través de objetivos o desafíos comunes.
Los grupos de acción local españoles han demostrado durante años su firme apuesta por la cooperación, y los resultados les acompañan. Durante más de dos décadas, esta línea de acción supuso un enorme soplo de aire fresco para los territorios rurales, necesitados de ideas e innovación para su revitalización. Sin embargo, en los últimos años, los agentes del territorio ponen de manifiesto que la medida ha perdido interés y empuje por parte de las autoridades. Siendo uno de los siete principios fundamentales de LEADER, ¿cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Cómo recuperar su espíritu original?
Reinventar la cooperación rural
Para volver a obtener los resultados exitosos que caracterizaron a la metodología en sus orígenes, es importante analizar dónde se han logrado los mayores aciertos y en qué se ha fallado. Como medida principal, desde REDR consideramos que, en el próximo período de programación, es imprescindible impulsar la cooperación como parte esencial e indisociable en las próximas Estrategias de Desarrollo Local. Para lograr la máxima eficacia -tal como venimos demandando desde hace varios años-, sería necesario acompañar esta medida de una normativa armonizada y accesible, que permita elaborar procedimientos ágiles y reducir las trabas administrativas con el objetivo de homogeneizar los períodos de arranque de la cooperación. Además del establecimiento de dicho marco normativo, claro y accesible, que se podría concretar en una Guía de Cooperación, es necesario aumentar la frecuencia de encuentros entre GAL -con el fin mejorar las redes existentes y la búsqueda de socios- y lograr disminuir el período para la planificación y la puesta en marcha de los proyectos. Los Grupos de Acción Local españoles tienen claro su apuesta por la cooperación (en todas sus vertientes): ahora la pelota está en el tejado de la administración.